Cuando se toman decisiones tendientes a transformar la sociedad de manera positiva, lo único que debe hacer un ciudadano consciente, es celebrar. Luego de esta celebración, unos se cruzarán de brazos y otros analizarán los logros alcanzados.
Aumentar la pena a los adultos
que embarazan menores es una excelente medida. Yo que he trabajado con
adolescentes desde los diez y nueve años
de edad y, para completar, tengo dos hijas, entiendo que debemos trabajar para evitar futuras frustraciones. Nuestra
sociedad, aunque obviamente, tiene que castigar las malas acciones de los
ciudadanos, necesita más bien educarlos para el futuro.
Nuestro juego es muy peligroso.
Creamos el monstruo y luego apostamos a quien lo destruya primero, pero si no
podemos derribarlo nos hacemos cómplices de él. Nuestras hijas están educadas
con las telenovelas y el “dembow”. La primera les brinda las herramientas para destruir hogares
y el segundo les enseña que lo importante es mover bien el cuerpo, el cerebro puede estar lleno
de basura. No hay que ser sociólogo, ni psicólogo para saber que eso influye de
manera negativa en la formación de nuestras hijas.
Hoy mientras, leía la noticia y
comentaba con una amiga acerca de la medida tomada por las autoridades, algunas
menores preguntaban, ¿quién le va a mantener el hijo a uno si se llevan al
hombre preso? Mientras que otras comentaban: tú si eres tonta, eso es para
vender los preservativos.
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